Llegó el mes de febrero. Se me descontaron las tarjetas y mi economía quedó en cero ¿y ahora?
El Pez Dorado sería un amuleto al que acudir. Símbolo de la abundancia, la prosperidad y la suerte. El Pez Dorado en la religión católica, se cree es un milagro divino que ayudó por ejemplo a alimentar a 5000 hombres. Quizás necesite uno de esos. Sobretodo si el dinero sólo dependiese de la suerte o de los milagros.
Cuando pienso en dinero lo primero que me viene a la mente es la palabra ambición que confundo casi diariamente con codicia. El vínculo que tengo con el dinero es una especie de relación amor & odio. Me lleva mucho trabajo y siempre tiene cosas por mejorar, de hecho, es una de las peores relaciones que tengo en la vida.
Estamos vinculados con el dinero desde siempre, pero nunca nos llevamos bien con él. No sé que pensará el dinero de mi, pero yo de él pienso miles de cosas a diario. Lo amo cuando hace lo quiero, lo odio cuando no está para mi. Lo necesito pero digo que no me importa. Es casi tóxica nuestra relación y va mas allá del materialismo mismo.
Generalmente no soy buena poniendo límites, no tengo control o manejo de lo que ingresa, de lo que egresa, no sé cuándo vencen las tarjetas, no sé nada en realidad. Soy muy desorganizada al parecer. Sólo sé que este mes no pude cubrir los gastos, que el mes que viene seguramente tampoco podré y que necesito trabajar en esta relación si quiero que funcione.
Mejorar la relación con el dinero parece una locura, pero en realidad si lo pienso bien comienza a tener mucho sentido. En mi vida el vínculo con el dinero lo aprendí primero desde la niñez, de la relación que mis padres tenían con sus finanzas. Luego la educación que recibí en la escuela, que nunca fue educación financiera por cierto. Ahora en mi vida adulta, el dinero termina siendo un problema en lugar de ser una herramienta o una solución.
Por lo que veo, el problema, ni siquiera está en el dinero mismo, sino en cómo me he vinculado con él desde que trabajo, tenía como 16 años cuando comencé a dar clases en mi casa. Ahora trabajo como Arquitecta e Inspectora de Obras para el Instituto Provincial de la Vivienda (que de paso les dejo por aquí nuestra reciente mudanza), habiendo además emprendido negocios independientes. También como lo fue Luz de Puelo que tanto amaba y extraño.
Con tanto título profesional o tanto negocio, cualquiera podría imaginar que el dinero no debería ser un problema. Sin embargo, hoy con la cuenta del banco vacía, no puedo creer que tenga que replantearme mi situación económica a esta altura de la vida.
Al hablarlo con otros, y escuchando como cada uno ve sus finanzas, su dinero, y sobre todo cómo cada uno VALORA su propia capacidad, o sea se valoran a si mismos. Es que me sentí con la necesidad imperiosa de revisar esta relación que tengo con la plata desde hace más de 30 años, pensando en que no soy la única en el mundo con estos problemas y que espero mis palabras puedan empatizar con ustedes.
Si pienso detenidamente, lo primero que debo hacer es eliminar de mis entrañas el miedo, la culpa y la vergüenza que se me presentan a la hora de hablar de dinero. La culpa, la pondría primero, como toda cristiana, me siento muy culpable por no estar generando más ingresos, por no estar teniendo menos gastos, culpable por no saber administrar mi sueldo y culpable por sentirme culpable. Después vendría la vergüenza, la que me carcome cuando tengo que ponerle precio a mi trabajo, lo poco que me valoro, y lo poco que valoro todo mi CAPITAL ACUMULADO de conocimiento y bla bla y por último el miedo de salir al mundo y decirles esto es lo que VALGO.
La autoestima, que siempre creí tener resuelta, pues parece que no lo está, que está costándome carísimo no valorarme adecuadamente y ni hablar de no poner a trabajar mi Capital Acumulado, o sea mi conocimiento. Se acerca entonces el miedo, ¿miedo al fracaso? ¿miedo a perder? ¿miedo al miedo? ¿quién lo sabe? Solo puedo concluir en que debo sacar de mi pensamiento estas tres palabras nefastas que me destruyen más de lo que me protegen.
El dinero no hace por si sólo la felicidad, es un slogan clásico de cualquier propaganda y son los preceptos familiares instalados, pero sí es una herramienta, o más bien un medio para poder proyectar y solventar la vida que quiero, y que no tiene absolutamente nada de malo desear cosas y tener un plan económico y financiero que me acerque a ellas ¿o si?
Creo que es una mentira de la posmodernidad esto de que querer cosas está mal, porque hay soltar y vivir con menos, y una hipocresía constante que nos ofrezcan millones de cosas inútiles para comprar, que solo obtendremos trabajando y generando deudas a pagar.
Ahí el problema entre ambición y codicia. Tener ambiciones es un estado positivo y una manera de enfrentar los desafíos que surjan en la vida cuando se piensa en crecer y en la prosperidad. La codicia, en cambio, es muy diferente, dónde entra en juego querer más de lo necesario.
Ahora bien ¿Qué es necesario y que no? Es la gran pregunta que define la relación con el dinero. Básicamente, y ahí está el nudo de la cuestión, creo que es cierto, se puede vivir con muy poco (aunque en el fondo esa es mi mentalidad de escasez y de carencia) pero resulta que no quiero vivir con muy poco, y esos deseos de tener más me hacen sentir que algo está en mal en mi (ahí está mi culpa). Entonces no logro nunca salir de este LABERINTO, en el que veo estoy metida desde hace mucho, y que ni siquiera había podía reconocer hasta ahora, sino el título de esta reflexión tendría que llamarse El laberinto del dinero en lugar de Mi relación con el dinero.
Definitivamente hay que cambiar la manera es que nos vinculamos y vemos el dinero. Me robo la frase de Patricia (mi compañera de trabajo) y con permiso cito: “Al dinero hay que quererlo” Hace mucho que la escucho decir esto, y hasta esta mañana, con la cuenta en cero, entendí lo que quizás está tratando de decirme esta frase. Hay que cuidar el dinero y para eso hay que quererlo. Querer del verbo amar y no de necesitar.
No puedo ir por ahí, diciendo que el dinero no me importa, que no lo necesito, cuando claramente me importa y un montón. Por supuesto, esto no me va a convertir en una obsesiva de la guita, lejos de eso es esta reflexión, pero si quiero y debo estar más consiente de la plata y de verdad mejorar la manera en que nos relacionamos el dinero y yo.
Lo primero, lo primero y ante todo GRACIAS, porque no tengo deudas importantes, porque tengo trabajo, porque soy capaz de generar ingresos y porque valgo. La gratitud siempre es mejor situación que la carencia y luego así vendrá la abundancia. Los pensamientos de abundancia, son mejores que los de escasez. Manifestar abundancia no es algo que se aprenda en 30 renglones. Quisiera poder sentir que hay dinero para todos, que el dinero puede generarse y gastarse en cosas que valoro y disfruto, que tengo suficiente dinero, que el dinero es una excelente herramienta para lograr mis proyectos y ambiciones. Ojalá estas frases se encallen en mi mente como creencias ineludibles. Tengo que trabajar en esto.
En mi DIARIO DE GRATITUD (que de paso los invito a recorrer en este link) siempre están las puestas de sol, los pajaritos que se me cruzan por el camino, el café de la mañana, el amor de mis hijos o el tener salud. Pues bien, parece que también debo agradecer por mi celular, por mi auto, por mi casa, por este blog y por todas las cosas que he logrado con dinero, que bien podrían no existir, pero que existen y si de alguna manera logré tener un teléfono, un auto o una casa, no debo ser tan mala administradora o tan horrible con el dinero como pienso que soy.
Valorar lo ya obtenido, también es algo con lo que tengo que trabajar. Porque me he esforzado y trabajado para obtener cada cosa que tengo y hoy no estoy valorando mucho ni poniendo en la balanza los logros. Estoy siendo injusta conmigo misma. Autoexigente. Qué difícil es tratarse a uno mismo con AMOR, respeto y mirarse y decirse LO HE LOGRADO. Disfrutar, cuidar y amar lo que tengo es primordial para no ver el vaso medio vacío.
Entonces, aquí va otra confusión ¿no valorar lo logrado me vuelve inconformista y desagradecida? ¡qué paradoja! ¿no? Puedo vivir con lo que tengo, parece que incluso hasta me sobra, pero tengo más proyectos, más anhelos, tengo más ambiciones. ¿dónde está el límite entre la ambición y la codicia? ¿la sensación de querer más cuando pasa a ser de ambiciosa a excesiva? Qué complejo es este cuestionamiento ¿Tendrá alguna respuesta? ¿Quién sabrá?
Generar dinero, ganárselo, invertirlo, dejarlo fluir, usarlo, quererlo, y prestarle atención. Tener una relación sana con el dinero parece ser algo en lo que tenemos que trabajar.
Me disculpo con todos los que llegaron al final de este relato. No tengo respuestas. Sólo tengo muchas preguntas. Siempre me he cuestionado cosas, cada uno de los temas filosóficos de la vida, como el amor o la muerte, pero soy nueva haciéndome preguntas sobre el dinero y quizás alguien del otro lado de la pantalla, pueda darme una mano con este tema.
Porque la vida es una moneda y quien la rebusca la tiene y eso que hablo de monedas y no de gruesos billetes.
Abrazos muchos los dejó por hoy, que oh casualidad ando vestida de dorado.
Carla
PD: Parece que me quedó resonando el asunto. Hoy ha pasado como una semana desde este relato, recién me despierto, soñé con un acuario y había tres peceras.
Una abarrotada de peces grises, no entraba ni uno mas y abajo tenía un cartel que decía: Ley de la Abundancia.
Al lado había una pecera enorme con un único pez, muy exótico y decía Ley de la Escasez.
Pero luego al final del acuario una tercer pecera con tres peces, hermosos, sencillos en una pecera de tamaño mediano y su nombre era Ley de la Calidad.
Así acá dejo esta pregunta que es la que me vengo haciendo desde esta mañana ¿Es mejor tres peces buenos que muchos peces baratos o el único pez exótico con mejor cotización del mercado?
Los leo…