Los hechos del robo
Hace un par de días que estoy sin lentes y sin celular. He sufrido un robo, de lo mas tonto, aunque yo sentí que fue el robo del siglo. Sacaron mi mochila de la camioneta mientras yo estaba comprando. Eso me dejó con la billetera en la mano, tarjetas y documentos estaban todos conmigo, pero me quedé sin mi mochila y sin celular.
Cabe aclarar que vivimos en Lago Puelo. Es un pueblo pequeño o así lo veía yo. No hay rejas en las casas, la gente deja los autos abiertos, o por lo menos así lo hacía yo. Las palabras robo, inseguridad y todas cosas similares se habían quedado en Buenos Aires cuando me mudé a vivir a la Patagonia. Pero parecen haberse mudado también, aunque quiera creer que no.
Generalmente cuando bajo a comprar, bajo la billetera y el celu y dejo la mochila en la camioneta. Esta vez hice algo distinto, y las consecuencias fueron distintas también.
Para no hacer muy largo todo el melodrama, tardamos 20 minutos en comprar, un mate para mi hijo. Estacionamos frente a la pescadería, que está al lado de la regalería, sacamos la llave de la camioneta, y no pusimos la alarma, como siempre ¿no?
Increíble la capacidad de observación o la audacia. Alcanzaron a abrir la puerta del vehículo sacar mi mochila del piso de asiento del acompañante y según todos los rastreadores, apagar mi celular.
Como es muy inteligente el rastreador hace su trabajo. Su celular fue visto por última vez … justo ahí donde lo dejó. Así me explicaba el Google, que trataba de conectarse con mi Samsung.
Las consecuencias
Más allá de todas las opiniones, soluciones, lamentos y cagadas a pedos que he recibido estos días, en persona claro, no tengo celular. Pero me han hecho pensar en la manera en que cada uno vive las pérdidas mientras atraviesa a conciencia o sin darse cuenta, el proceso del duelo.
Perder algo en manos de otro no está bueno, generalmente lo que perdemos siempre está en manos de otros. Incluso a veces la vida de un ser amado, el amor, la virginidad, la vergüenza, la calma, los lentes recetados o el celular.
Por mi parte y como buena cristiana, sin embargo, me eché la culpa por haber dejado las cosas en la camioneta. Después traté de entender las razones de quienes me robaron. Ahora sólo quiero estar enojada unas horas, sin tanta tristeza o compasión y descargar algo este relato.
Los expertos del robo
¿Cuál es el camino a transitar para estas situaciones?
Los que creen en la recuperación me han sugerido que vaya a la policía. Que busque en internet los sitios de venta a ver si encuentro publicado mi celular. Que busque yo misma en las cámaras de seguridad de los locales de la cuadra, nos conocemos todos. Que ya va a aparecer, porque vivimos en un pueblo y todos saben quienes son los que roban. Tres o cuatro apellidos, no son muchos mas.
Los menos optimistas, aseguran que ya debe estar vendido y reiniciado a modo de fábrica. Que jamás voy a recuperar mis cosas, que mejor me compre uno nuevo. Acá la cosa se divide en el team comprate un celu mejor y que se metan mi celu en el orto, o comprate uno re pedorro para que el próximo robo no te duela tanto. Me suena a superalo y solo mirá para adelante. Que otra cosa hay para hacer. No hay por mal que por bien no venga.
También hay quienes no tienen soluciones. Que la inseguridad, que ya no se puede dejar nada a la vista. Que el mundo está cada vez peor, que ahora voy a tener que tomar medidas extremas. Que cambie las cerraduras de la casa, claro, también me robaron las llaves. Que pague un seguro contra robo, que hay que tener mas cuidado. Que el pueblo está re mal porque la gente antes no robaba. Estas personas manejan la culpa y el miedo como forma de respuesta, de ahora en mas seré, según ellos, un blanco vulnerable y tendré que vivir atenta y asustada.
En conclusión
Bien, entonces, hasta ahora vengo saltando de grupo en grupo. Me encantaría tener un celu nuevo y mejor, aunque el mio ya era nuevo y mejor, y preferiría que aparezca. Me encantaría tener la esperanza de que el mundo funciona y que mis cosas serán recuperadas y los malvivientes castigados.
Por otro lado, no voy a mentir, me da un poco de inseguridad y me encuentro ahora si, cerrando la puerta con llave y pensando en lo que hubiese pasado si hubiera actuando diferente. Repaso el hecho en mi mente, pero no puedo ir y cambiarlo.
Por el momentos no he tomado ninguna decisión, ya llevo 48 horas incomunicada y ciega, se llevaron mis lentes también, y mas allá de sentirme robada, vulnerable y una boluda por dejar mis cosas en la camioneta. No puedo dejar de sentirme en un laberinto, de esos de espiral.
La opción premios y castigos es mas vieja que la humanidad y ni hablar de la culpa. Si encaro un celu nuevo ¿castigaría a quienes me lo robaron y me premiaría a mi? O pensado al revés ¿me castigaría a mi misma por meterme en un gasto innecesario y premiaría a quienes me han robado dejando de luchar por mi celular?
La esperanza de que aparezca parece ser lo menos culposo pero lo más inocente también.
La reflexión del siglo
Tener fé en que va a aparecer es bueno, pero algo tonto, y además, mientras tanto ¿Qué onda no? El tiempo resolverá todos estos problemas o por lo menos me dejará con una anécdota para contar cuando a alguien mas le roben sus cosas, podré tener mi propia historia para empatizar…incluso para competir…¿te robaron? ¿no sabés lo que me pasó a mi?
Las fotos de este relato se las debo…no tengo celu. Así solo voy a aportar una ilustración que hice hace unos años sobre cómo veía y sentía a Lago Puelo, mi lugar mágico en el mundo donde la frase robo del siglo claramente no está incluída.
Un abrazo y gracias por leer hasta aquí.
Carla