Desde mi casa en Lago Puelo hasta la Ciudad de Osorno sin duda alguna, el recorrido tiene todo lo que me gusta ver y hacer mientras viajo. Salimos el viernes como a las seis de la mañana. En mayo a esa hora ya es de noche, las calles estaban vacías, el tanque estaba lleno y el mate estaba preparado, esperando la salida del sol para poder ver dónde ir tirando el agua sin quemarme.
En este viaje éramos tres, mi mamá, Franco y yo. Hasta Bariloche no hubo muchas sorpresas, o estaba medio dormida, no sé. Es un recorrido que hacemos a menudo, nos tocó poco tránsito, un par de camiones, curva y contra curva, pozo grande y pozo chiquito, otro par de camiones y la playlist que viene sonando hace unas semanas desde que vimos la miniserie de Fito el amor después del amor.
Rumbo a Villa la Angostura comenzó a amanecer, mientras que las nubes y la neblina formando un espeso telón, ocultaban casi todo y sólo dejaban pasar por algún hueco descuidado alguna pista para saber donde estábamos. Mientras Fito nos cantaba que tenía recuerdos que no iba a borrar… y personas que se quería llevar, yo pensaba en los míos.
La neblina es algo que me echa en cara lo mal que veo y el miedo que le tengo a quedar en una nebulosa permanente. Mi ojo derecho sabe muy bien de lo que hablo. Quizás por eso me puse a buscar entre la bruma aquellos huecos que no llegaron a cubrirse mientras dibujaba con mi mente el paisaje completo.
Así mientras imaginaba también pensaba en que atiborrar lo que no está a la vista usando la imaginación es también la forma en la que manejo mis recuerdos, en su mayoría tapados de neblina que quien sabe que estará ocultando por debajo.
El tiempo nos ayuda a olvidar, el tiempo es un efecto fugaz (para Fito claro) para mi el tiempo es un laberinto. Quizás sea la neblina la que guarda los secretos. ¿Cómo saberlo? Mi mamá dice que estos días seguro serán inolvidables sin embargo, yo ya estoy pensando en la neblina que encontraré en unos años. Escribir es una gran herramienta para disipar las nubes.
Entre la aduana Argentina y la Chilena todo se despejó. El paisaje brillaba de tanto sol. ¡Qué impresionante! Una de las frases favoritas de mi vieja. Atravesamos la Cordillera de los Andes en unas dos horas y rápidamente estuvimos en el país vecino. Unos pocos trámites que incluyeron el estreno de mi pasaporte nuevo, que espero se siga llenando de sellos y viajes al igual que los anteriores.
Entre algún que otro banco de neblina y muchos tramos despejados y a pleno sol, la nieve nos enmarcó mucha parte del camino. Algo de lluvia que no podía faltar y un poco de viento no le quitaron para nada la belleza de cada pueblito chileno. Valles fértiles y verdes, la ganadería como una obviedad, vacas, muchas vacas. Otra de las cosas favoritas de mi mamá. En sus sueños está Filomena, una vaca lechera que nunca se hizo realidad y quedó reducida a un adorno de cerámica en un mueble de su casa.
La ciudad nos recibió con sus calles impecables, limpias, señalizadas y atravesadas por millones de cables de luz y telefonía como una película de Charles Chaplin sobre la Revolución Industrial. De todas formas, como el viaje estaba dedicado a hacer algunas compras, no hubo mucho tiempo para análisis arquitectónico.
Directo al estacionamiento del Mall y el primer baldazo de realidad. Estacionamiento 25$ chilenos por minuto. Dos pisos para abajo dejamos nuestra camioneta e inició el cronómetro. Agencia de cambio dólares a chilenos, tarjeta de débito y de crédito. No importó mucho con que pagamos, todas las cuentas dieron lo mismo $1000 chilenos $500 argentinos.
En otros viajes Loca por las Compras hubiera sido el título de este relato, pero esta vez lo voy a dejar en Comer, rezar y amar…pero sin el comer. También comer se ha vuelto imposible para nuestra economía. Igual nos dimos el gusto…
Mi plan era comprarle al Motorhome (a ese que le falta mucho para salir a la calle) sábanas, acolchados, vajilla, ollas, la lista era larguísima….y una paleta de colores en mente entre azul y gris. Franco tenía otros planes, el pensaba en dos ruedas. Botas para cross, casco, antiparras, la lista también era larga…y la paleta de colores al mejor estilo Fox. Mi mamá también tenía su propia lista en donde su meta era además que cumpliéramos con las nuestras.
El dinero no fué como en otros viajes. Esto explica porque tantos chilenos tratando de ingresar a Argentina y no al revés. Es triste ver como nuestra economía se desintegra y se desvalora con el tiempo.
Los resultados: un hermoso paseo de dos días desbordados de información, vidrieras y percheros y canastos de ropa. Mucho diseño en todos los productos de cocina y baño. Diseño en la ropa para moto. Diseño por todos lados. Incluso en los negocios, donde todo debe estar pensado para que nos querramos llevar todo, lo que veníamos a buscar y aquello que no sabíamos que necesitábamos y que solo lo queremos porque coincide con los colores que estamos buscando.
La Ciudad de Osorno no se ha quedado atrás y el diseño urbano también se ha vuelto único se puede ver una planificación en el crecimiento de la ciudad, las ciclovías son mis favoritas. La escala y la velocidad entre caminar y manejar está en las bicis. Todos son muy respetuosos de ese espacio.
Podría seguir escribiendo por horas acerca de Osorno y de este viaje pero, me gustaría volver a la neblina. Entre tantas cosas para ver, tanto para elegir, tanto para absorber, hubiera venido bien algo de neblina y que sólo me dejara ver una pequeña parte del todo, porque las primeras horas me encontraron parada frente a una góndola de tazas embobada por las flores pintadas a mano mientras en mi lista decía comprar toallas.
Es fácil perder el foco. Cuando dibujo sé lo que quiero decir y en donde poner mas color y donde está el personaje principal de mi ilustración. Pero cuando pierdo el foco porque toda la información de mi alrededor me supera, se me hace mas difícil la concentración. Quizás la neblina no sea tan mala. Quizás ayude a dejar en segundo plano lo que no importa.
Lo único que me pregunto es de dónde viene la neblina y si es tan habilidosa como para elegir que ocultar y que mostrar o si por contrario no tiene idea de lo que hace y tenemos que aprender a usar otros sentidos y encontrar entre las tinieblas los aromas que no queremos olvidar o aquellos secretos que preferimos callar.
El camino de regreso. La camioneta llena, la billetera vacía y el inevitable intercambio comercial entre Chile y Argentina. De ida o de vuelta chilenos y argentinos salimos a buscar del otro lado de la frontera aquello que pensamos que no tenemos. En el fondo de nuestro mar supongo que también pasa algo parecido.
Agradezco con el corazón que el camino entre lo que pienso que quiero y el lugar donde pienso que está, sea este serpenteante recodo Argentino – Chileno de belleza extraordinaria y vistas sublimes de la maravillosa naturaleza patagónica que tan feliz me hace.
Porque dos días en la vida nunca vienen nada mal, seguía cantando Fito mientras volvíamos a casa, de alguna forma de eso se trata vivir.
Un abrazo y hasta la próxima
Carla