El Piltriquitrón es una de las primeras montañas que conocí cuando llegamos a vivir a Lago Puelo. El Paraje Las Golondrinas nos recibió allá por el 2007, en pleno invierno y nos regaló una increíble nevada de bienvenida.
Siempre ha sido el telón de fondo de mi vida patagónica. Cada estación del año convierte al Piltriquitrón, Piltri para los amigos, en un escenario único que declara en todo su esplendor cuando es otoño o primavera, sin necesidad de agregarle nada más.
Sin embargo habitar un lugar no siempre es sinónimo de conocerlo y andarlo. Creo que cuando era turista recorría mas que ahora que soy de acá.
Decir turista en la propia tierra es para mi decir extrañamiento. Redescubrir aquello que se ha vuelto cotidiano e invisible y volver a mirarlo con extrañeza y asombro.
Para traducirlo mejor me propuse conocer cada rincón del lugar donde vivo como si recién llegara.
Este pasado 4 de marzo, acá mismo, en Lago Puelo, ha comenzado esta aventura de ser una turista en mi propia tierra.
El Piltriquitrón se volvió así mi primera gran hazaña. Su nombre es difícil de pronunciar para quienes lo leen por primera vez. En lengua mapuche significa colgado de las nubes y la mayoría del tiempo se lo ve así ya que su cumbre está casi siempre tapada por ellas.
Considerando que no soy para nada una persona deportiva no ha sido fácil esta caminata, ni la ida ni la vuelta, pero si ha sido desafiante y ha dejado sed de ir por más.
Desafiarme a mi misma está en mi adn, creo que soy de aries solo por eso.
Primer tramo: Respiración.
Plataforma & Refugio en el Piltriquitrón
El día arrancó como a las 11 de la mañana, cuando nos encontramos en el estacionamiento de la plataforma del Cerro (se puede subir caminando hasta ahí o en auto) Franco (mi pareja) Carlos y Natacha (nuestros amigos) y Alma y Álvaro (sus hijos).
Llegar a la cumbre era el objetivo. Nunca había hecho cumbre de nada jamás, el desafío fue enorme para ser la primera vez, pero yo no supe eso hasta que comencé a subir y a subir.
En el ingreso al sendero, la gente deja sus cayados (bastones de madera) que ayudan mucho durante todo el recorrido, vaya uno a saber cuántas veces suben y bajan los incansables bastones por la montaña. Nosotros nos llevamos uno y agradezco haberlo tenido de compañero.
Los primeros 50 minutos de ascenso fueron todos para cambiar el aire. Respirar requiere práctica, aunque sea algo que hacemos millones de veces por día. Disfrutar del paisaje también requiere práctica, serenidad y observación. Reconocer y detenerse a mirar (y de paso a respirar) los lugares de todos los días desde otro ángulo, estuvo buenísimo.
Los entendidos en el tema dicen que el cerro aporta energía sanadora y ayuda a mantener un buen estado de ánimo, sin el cual hubiera sido imposible disfrutar y recorrer esta inmensa montaña.
En la primera parte del recorrido, tuvimos varias instancias con vistas panorámicas hacia El Bolsón, Lago Puelo, El Hoyo y La Cordillera que divide Chile de Argentina.
La Comarca es realmente un lugar mágico que dibuja paisajes únicos plenos de vida.
Podría decirse que quedé boquiabierta, en parte maravillada de toda la belleza a mi alrededor y por otro lado fue la manera que encontré para respirar.
La llegada al Bosque Tallado me encontró reflexionando sobre el arte y la cultura. Artistas locales han intervenido sobre los árboles que quedaron después de los tremendos incendios de 1978 y 1982. Han tratado de darle vida a un bosque quemado que realmente emociona y duele por partes iguales.
El fuego es muy poderoso, año tras año los que vivimos aquí hemos visto devorar bosques, flora, fauna, incluso casas, recuerdos e historias. De hecho ayer 9 de marzo se cumplieron dos años del peor incendio en la zona. Todo este dolor aún se respira dentro del bosque y en los corazones de las personas.
Sin embargo, la naturaleza también es poderosa y ha logrado volver a revestir el Piltri de ñires, coihues, cipreses y toda la vegetación patagónica que pinta de colores todo el faldeo del cerro.
Llegando al Bosque Tallado, ya estábamos a 1200 metros sobre el nivel del mar. Desde ahí hasta el refugio caminamos unos 300 metros mas que me pasaron muy rápido.
La respiración parecía haberse acostumbrado a la exigencia. Entre senderos y bosque se abrió de pronto una pequeña pampita donde estratégicamente emerge un espléndido mirador de enormes rocas que fueron la recompensa y el descanso que necesitaba.
Varias rocas forman el mirador hacia el valle que logra indiscutiblemente emocionar.
Llegar hasta el refugio fue bellísimo y la tregua necesaria para lo que venía después. Disfrutamos de las vistas e hicimos los honores a cada montaña que fuimos descubriendo, desde el El Tronador al Perito Moreno. La mañana transcurrió soleada así las vistas fueron increíbles y lejanas.
Este primer tramo fue de dificultad media para mi (aunque en algunas páginas se considera de dificultad baja). Espero ir entrenando y pudiendo hacer mas cada día para poder disfrutar más y que los pulmones acompañen.
Segundo tramo: El cuerpo.
Refugio & Pampita y el almuerzo en pleno Piltriquitrón
El paseo podría haber terminado en el Refugio, pero el plan era llegar a la cima, por lo que continuamos el camino de ascenso. En el Refugio recargamos energía y agua para encarar la primera trepada que ya se veía mas exigente que el camino recorrido hasta ahora. En un momento levanté la cabeza y la verdad es que faltaba bastante.
Un par de subidas importantes nos dejaron frente a dos opciones marcadas con un cartelito: A la Cumbre o Al Mirador. Obviamente tomamos el de la Cumbre. Quizás algún día vuelva para elegir el del Mirador. ¿Por qué no?
El paisaje ya no era tan arbolado, los senderos se tornaron mas rocosos y subían y subían. Todo fue ascenso y ya no luchaba con mi respiración, ahora peleaba con mi cuerpo, que me recordó en cada paso mi sedentarismo (ese que trato de ir superando) y comenzó a quejarse, que le dolía un dedo, que la rodilla, que un calambre, insistió tanto que agradecí parar a almorzar.
Al costado del camino baja por la montaña una manguera y un pequeño tacho nos dejó cargar agua fresca y deliciosa, que además va dejando a su alrededor pastizales y un pequeño vallecito mas verde que nos sirvió de mantel y colchón para descansar mientras comíamos.
No quise cargar con mucho peso porque no estaba segura de mi capacidad, pero me hubiera comido un sandwich extra y una fruta mas de haberlos llevado.
Bitácora de montaña: la próxima hay que cargar mas comida.
l descanso nos duró como una hora calculo. De ahí Alvaro que ya no se sentía muy bien desde que arrancamos, no quiso continuar, así Natacha bajó con el hasta el Refugio para esperar nuestro regreso.
El día se nubló y el viento se sentía helado y golpeaba con ganas, a pesar de estar en verano, tuve algo de frío a 1800 metros sobre el mar. Almorzar le dio un descanso al paseo, volver a la marcha me costó un par de metros, pero en seguida estábamos caminando otra vez.
Tercer tramo: La mente
Subir a la Cumbre del Piltri
Desde el almuerzo hasta la cima el asunto ya no fue ni la respiración, ni el cuerpo. Ahora tuve que luchar conmigo misma y con mi mente.
Estaba cansada de verdad, el camino no se detuvo a esperarme, no me dio tregua, ni se hizo plano para ayudarme.
El camino estuvo ahí para desafiarme, para que me supere. Por supuesto que eso lo se ahora, pero ese día frente a frente a las piedras, grandes, sueltas, puntiagudas, imponentes, casi planto bandera.
Sentada sobre el acarreo (faldeo de piedras muy sueltas) las lágrimas de frustración rodaron por mi mejilla, mientras yo rodaba por la pendiente.
La fuerza de mis piernas no me permitía pararme por mi misma. Me dieron la mano, me guiaron, me dijeron vos podés, y así trepé, de manos, de rodillas, ya no recuerdo. Sólo sentía que en cada paso dejaba el enojo y lo reemplazaba por fuerza. Para mí fue muy significativo, recibir y aceptar ayuda.
De pronto, las montañas, regalando un paisaje imponente que jamás había visto y entonces todo tuvo sentido y valió cada paso que había dado.
Parada frente a la inmensidad, orgullosa de mi misma y agradecida fue lo mejor de este viaje. Me dolía la panza, el vértigo me invadió, sentí miedo, pero no alcanzó para detenerme.
Ahí estaba yo, ahí estábamos todos. A 2260 metros sobre el nivel del mar, en la Cima del Majestuoso Piltriquitrón.
Agradezco no solo al cayado, sino a Franco y a Carlos que vieron en mi mas que de lo que yo entendía en ese momento y me ayudaron a llegar a la cumbre.
De pie sobre la cima del Piltriquitrón abracé el monolito como si fuera la Copa del Mundo y yo fuera Messi.
Respirando. Entendiendo mi cuerpo y Superando mis miedos.
Nada podría haber resultado mejor. Nada podría haber sido diferente.
Bajar hasta el Refugio fue complicado también, las piedras sueltas no me dieron opción, y al mejor estilo tobogán, me deslicé unos cuantos metros hasta salir de la zona del acarreo.
Después de pasos lentos y cortitos por las vertiginosas bajadas que antes fueron subidas llegamos al Refugio, donde Natacha ya tenía listos los mates y las sonrisas (las de felicidad y las de bagley)
Solo decir gracias a todos, amigos, pareja y al Piltriquitrón y a mi misma y preguntar: ¿A dónde vamos ahora? ¡Quiero mas!
Nos vemos pronto en la montaña.
Abrazos.
Carla