Esta es la carta #6 que escribo de mi Serie Epistolar. Esta carta es para mi Pueblo, Lago Puelo.
Carta a Lago Puelo
Lago Puelo 27 de mayo de 2024
Mi Lago Puelo querido:
He estado durmiendo y despertando entre tus montañas y ríos. Desde hace mucho tiempo y a pesar de nuestra intimidad hay cosas que aún no te he dicho. Te veo desde mi ventana y te escribo estas líneas deseando algún día adentrarme en las profundidades del lago o alcanzar la cima del Currumahuida.
Por más obvio y trillado que parezca lo primero que quiero decirte es gracias. En estos diecisiete años de conocernos nunca has dejado de sorprenderme, llenando mis días de pequeños detalles. Como el simple gesto de vestirte de amarillo este último otoño haciéndome sonrojar más de una vez. Especialmente por las tardes cuando despejas el cielo para que pueda ver el sol. Te agradezco el bellísimo regalo y confieso que te has vuelto mas fascinante y seductor con el tiempo.
No pienses que no he visto las abundantes cascadas e hilos de agua que están brotando desde el faldeo del Motoco. Estas últimas mañanas has estado mas frío y callado, ahogándote con tu propia lluvia. Inundando el bosque de pitras del Parque Nacional, subiendo las aguas del Río Azul. Ddejando una barrera de barro y hojarasca que han bloqueado mi árbol favorito.
Sé que esto es pasajero y que aún falta lo peor, ya lo he visto antes. Año tras año, sobre todo cuando se aproxima el invierno. Te he visto gris y melancólico callando tu naturaleza. Dejándome solo hablar con el viento porque tu frío cristaliza todo lo demás. Sé que luego vendrán algunos días oscuros y una parte tuya incluso morirá.
No es para asustarte, porque todo eso también pasará y a pesar del frío en tu cuerpo, tu alma siempre cálida traerá nuevamente vida y color con la primavera.
Cuando nos conocimos fuiste tan generoso y adulador, un conquistador como pocos. Me recibiste con una hermosa nevada, tu ropa de gala tan blanca e impecable. Un gran banquete de manzanas, nueces, avellanas, hongos de ciprés, membrillos, rosa mosqueta y muchas delicias de sabores y aromas que eran nuevos para mi.
Me diste un hogar, el calor del fuego de la leña, el verde paisaje envolvente que pintaste para mi, en cada caminata, en cada mirador, de verdad supiste enamorarme con toda tu belleza y esplendor.
Es tu gente una mezcla de murmullos, ilusiones risas y amarguras. ¿ya soy parte de tu gente? Sé que no he nacido aquí, pero me has sentir como en casa. Quería que lo supieras. Sos mi lugar en el mundo, con tus veranos soñados a la orilla del río, tus sublimes otoños, tu inmutable invierno y tu exuberante primavera. Sin importar cuán lejos esté, cuánto tiempo me vaya o cuántos lugares conozca, mi corazón tiene un lugar llamado Lago Puelo.
Sin embargo, también debo pedirte perdón, por los tiempos de indiferencia, por no haberte defendido lo suficiente de aquellos que en lugar de cuidarte te han humillado y desprestigiado. He visto tus heridas, he caído en tus pozos y me he roto también mientras deambulaba por tus calles respirando tu agobio y tu cansancio, abatida, cabizbaja y avergonzada.
Hoy me enorgullece tu resistencia, tu manera de seguir adelante, de reconstruirte, va pasando el tiempo y sigo amándote como el primer día. Cada calle, cada esquina, cada sendero, todo te hace único y especial.
Así sos para mi Lago Puelo, el sol está entrando justo ahora por mi ventana, las gotitas de agua comienzan a caer del techo, la helada de anoche aún lo cubre todo y un colibrí ha venido a verme un instante.
Pero a veces como dice Serrat, si pudiera unirme a un vuelo de palomas, y atravesando lomas dejar mi pueblo atrás, juro por lo que fui que me iría de aquí, pero mis muertos están en cautiverio y no me dejan salir del cementerio.
Un abrazo. Carla