Día de demolición. Comenzamos nuestro motorhome.

El día de D llamado día de demolición fue el el primer paso que dimos después de mucho tiempo para comenzar con este proyecto.

Cuando el cole llegó a casa desde Maitén hace unos nueve años, fueron sucediendo muchas cosas dentro de nuestras vidas.

Algún día haré un relato mas extenso, pero creo que contarles que le sucedió a nuestro colectivo, quizás refleje también que fue sucediendo en nuestras vidas.

Tuvimos un colectivo parado en el patio por casi nueve años y bueno, pasaron cosas.

En primer lugar el estar quieto, yo diría detenido, esperando que pase el tiempo, nuestro futuro motorhome se convirtió en un depósito. Imaginen casi 33m2 para guardar y guardar cosas.

Imagen del día de la limpieza con el carro lleno de cosas para ir al basurero

Desde su llegada y durante los primeros meses hicimos muchos planes, dibujamos todos los interiores posibles, hicimos muchas versiones de distribución interna que incluyen ventanas, baños de diferentes tamaños, dormitorios y cocinas posibles. De esto hablaré mas detalladamente en el próximo artículo.

Antes de vivir en Lago Puelo, vivía en Buenos Aires, allá todo lo que se diseña es siempre para espacios reducidos, así como Arquitecta tenía muchas opciones para 33m2.

Si miro con detalle, recién noto el número 33. Es el número de la casa, y es el número del barrio donde vivimos. Casa 33, Barrio 33 Viviendas.

Me gusta la numerología ¿a ustedes no?

Al principio, otra cosa que hicimos fue sacarle todos los asientos de pasajeros que traía. Le dejamos 4 o 5, no recuerdo bien, para usarlos como asientos para nosotros. El cole desarmado lucía prometedor, se podía imaginar como iba a quedar todo.

Sin embargo, las cosas no resultaron como esperábamos, y tuvimos un sube y baja de conflictos, personales, de familia, de pareja, de vida, de trabajo, y eso dejó varios proyectos detenidos, porque las energías estuvieron puestas en otro lado.

No voy a especular sobre lo que hubiera pasado si…porque la verdad es que no pasó y serían renglones de pensamientos que no llevarían a ningún lado.

Lo que sí puedo contarles es como el paso del tiempo deteriora algunas cosas y hace que otras maduren. Quizás, los que necesitábamos mas tiempo éramos nosotros, nunca lo sabremos.

De depósito a espacio vacío.

Un día, allá por el 2015, estábamos ordenando los placares de casa, aún recuerdo que eran unas 5 bolsas de ropa para regalar y otra con algunas zapatillas.

La ropa es algo que va circulando de los hermanos mas grandes a los mas pequeños, suele ser lo habitual, después va a casa de amigos, de ahí también llegan cosas a veces, es decir, la ropa se mueve.

Con esta premisa fue que abrí la puerta del colectivo, y dejé las primeras bolsas sobre los asientos, porque sabía que al día siguiente ya no iban a estar, eran bolsas de ropa para regalar.

Después de esto, no sé que pasó, guardamos por años muchas mas bolsas, ya no sólo de ropa sino también de peluches, almohadones viejos y algunas mantas. Luego comenzamos a llenarlo de cosas mas grandes, de cosas impensadas o de cosas que no supimos decidir que hacer.

¿Qué decir? Había lugar de sobra.

Imagen del día de la limpieza . Se pueden ver ahí la amasadora en primer plano y algunos pedazos de la Ford 51

La primera navidad que el cole pasó en el patio se convirtió en el lugar de guardado del arbolito, las cajas de los adornos, y todo lo que se hace para decorar la casa en esas fechas

El primer verano que el cole pasó en el patio se convirtió en el lugar de guardado de la pelopincho, de los salvavidas y de todas las cosas que se usan para acampar. De hecho aún abajo del cole tenemos guardado el kayak para que no le de el sol.

Los primeros años que el cole pasó en el patio lo convirtieron en un maravilloso depósito.

Caños de calefacción que sobraron cuando instalamos la caldera en el galpón. Caños de gas y de agua que sobraron cuando terminamos la ampliación de la casa, dos ventanas viejas que no se de dónde salieron. Recortes de telgopor que sobraron cuando hicimos la aislación en el interior del placard. Una amasadora de 10 kilos que pertenecía a la mamá de Franco, que usaba para hacer fideos para vender en el Mercado del Trueque que había en Lago Puelo en las épocas difíciles.

Un par de radiadores viejos de algún vehículo al que se lo cambiamos. Un capó, dos paragolpes y varias partes pertenecientes a una Camioneta Ford 51, que en algún momento pensamos en restaurar y alguna que otra cosa que no recuerdo ya.


  • Respecto de la Ford 51, me gustaría contarles más, pero esto se va a hacer muy largo. Sólo decir que en algún momento, cuando finalicemos el motorhome, nos verán trabajando en este vehículo, que nos tiene el patio también ocupado, y que seguramente podrán ver en alguna foto, un pilón de chatarra, que incluyen dos cabinas y varias puertas, donde esperamos poder seguir contando historias de transformaciones.


Imagen proyecto restauración de una camioneta Ford 51

El resto de las cosas que teníamos guardadas serán seguramente parte de otros relatos que aún no se han escrito y que pronto cobrarán vida en otras anécdotas.

El 8 de octubre de 2022 fué el día en que dimos el segundo primer paso. Es lo que llamamos «Día de Demolición»

Estábamos en casa, con Rebeca, mi hija, y una de sus amigas Sol, cuando comenzamos a vaciar el cole.

Nos llevó toda la tarde, entre las tres bajamos todo lo que habíamos guardado por años.

El entusiasmo pudo mas que el calor de este día, o lo pesado de algunas cosas. Nos quedó la amasadora que bajamos con Franco después, porque realmente pesaba.

Charlamos mucho, sobre cada cosa que fuimos bajando y sobre la acumulación, el desprendimiento, los recuerdos, las cosas que tienen significado, el porque le otorgamos valor a algo y porque a otras cosas no.

Hablamos de la amasadora, de que había sido el Mercado del Trueque. Escuchamos música y sin darnos cuenta teníamos vacío el colectivo, lleno el carro para ir al basurero y un montón de cosas para regalar.

  • El agua que entró en estos años, por varios lugares, por las ventanas rotas y por el techo, hizo que algunas cosas se arruinaran, como algo de ropa que se pudrió y que lamentamos no haber regalado antes.

El arbolito encontró otro rincón y el cole quedó vacío de cosas pero lleno de ilusiones. Parece una frase dicha al pasar, para que suene un poco poético ¿no?, sin embargo, las ilusiones siguen ahí, y van creciendo con el cole ¡y nos encanta!

Imagen del día de la limpieza . Aún quedaban restos del piso de goma y ya se ve el óxido por todos lados.

Ahora hablemos de los deterioros y las cuestiones técnicas.

En primer lugar no tenemos batería. al no darle arranque por un buen tiempo, la batería se arruinó. Tenemos el cole estacionado contra el galpón que está en el fondo del terreno, un lateral está casi pegado a la pared y el otro es el en que estamos trabajando.

¡En cualquier momento ya nos toca ir del otro lado! Vamos a tener que revisar toda la mecánica antes de poder darle arranque. Conseguimos por ahora una batería prestada, pero antes habría que revisar que todo esté en orden.

Me preocupan los cables que cortamos cuando desarmamos el interior. Habrá que revisarlos bien antes de encenderlo de nuevo.

Después, otra cosa que estamos viendo es que no tenemos sistema de aire. El estar parado tanto tiempo, afectó los frenos que son hidráulicos y el abrir y cerrar de la puerta.

Se secaron las mangueras del sistema, algunas se cortaron y eso afectó la instalación de aire de todo el cole.

  • Nuevamente antes de darle arranque, tenemos que revisar esto también.

En lo que si pensamos fué en la suspensión. Al estar sin moverse tanto tiempo, pensamos que los elásticos y la suspensión terminarían vencidos. Para que esto no nos complicara la vida en el futuro, levantamos el colectivo sobre cuatro troncos y funcionó a la perfección.

Imagen de los troncos que tenemos debajo para cuidar la suspensión

El tiempo también nos dejó ver algunas cosas que no hubiéramos notado de inmediato.

El techo del cole estaba reparado con membrana, pero estaba muy mal colocada, levantada en algunos lugares y muy desgastada en otros. El agua que entró por el techo calculamos que ya venía afectando la estructura de la carrocería mucho antes de ser nuestro.

Limpiando la membrana del techo y encontrando los agujeros y el óxido por todos lados.

Esto provocó mucha, pero mucha oxidación.

Franco cortando la estructura de los asientos traseros

El desmontar el cielorraso pudimos ver como toda la madera del chapadur estaba podrida y a medida que ibámos desarmando, mas y mas agua nos caía encima. Fué tremendo ver todo el interior oxidado, las chapas del techo y de los laterales arruinadas casi por completo.

Esto empeoró cuando sacamos el revestimiento de las paredes y el techo, mas óxido a la vista, perfiles realmente agujerados, comidos por el agua, la humedad y la condensación.

Fué muy desalentador al principio, no imaginamos jamás tanto deterioro y tanto óxido que resolver.

Terminando de desarmar el cielorraso. Mas óxido y corrosión

Cuando llegó el momento de sacar el piso de goma, la verdad la sufrimos bastante.

En algunos lugares salía como si no pasara nada, en otros lugares a pura masa y cortafierro y aún no podíamos removerlo, alguno sectores con moladora y mucha, mucha fuerza para despegarlo todo.

¡Por debajo? obvio óxido, ¡adivinaron!, el piso oxidado también, y con muchos agujeros. En la parte de atrás de hecho, resolvimos cambiar todas las chapas del fondo, porque era imposible dejarlo así.

 

Despegando piso de goma. Día de demolición..

Desde un principio ya teníamos pensado sacar las ventanas, y colocar nuevas del tamaño y en la posición que mas nos convenían. Con esto ya decidido fué que cortamos medio techo y lo reemplazamos por nuevo, bajando hasta la altura del antepecho de las ventanas.

Retirando las ventanas del lateral izquierdo

De más está decir que limpiar es pesado y trabajoso. Varias semanas de lija y pintura para ir deshaciéndonos del molesto e insistente óxido.

Ahora ya nos queda menos, de un lado casi está listo, y queda ir del otro, mas el piso … bueno … dicho así suena mucho, pero en verdad era mucho peor.

Limpiar y demoler y desarmar, y desmantelar, no sólo es inevitable, sino también necesario.

No nos gustan los parches, ni los arreglos a la pasada, ni tampoco tirar todo y hacerlo nuevo. Somos muy conscientes de la importante de hacer las cosas bien.

Imagen del día de la limpieza. Aún no habíamos despegado el piso de goma

  • No pretendemos la perfección, pero no queremos tener problemas en el futuro, y sabemos que todo lo que hacemos ahora es para evitar problemas después.

Pintura antióxido lista para la primera mano. Ya teníamos parte de la carrocería bien lijada.

Nos encanta realmente concretar este proyecto. Esperamos poder transmitir toda la felicidad que sentimos en cada paso que damos, y esperamos inspirar a otros a que realicen los sueños, por mas locos o enormes que parezcan.

Agotados del día uno. Día de demolición.

Nos abrazo.

Carla

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Compartí

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Navegá por Etiquetas

Relacionados

En Motorhome

Camperizar. Parte 2. Machimbre

Llegó el tan esperado momento en este proceso de transformación de colectivo a motorhome. Llegó el momento de la colocación

Scroll al inicio