El Laberinto del Miedo

Creo que el miedo es un sentimiento que tenemos desde le día en que nacemos. Que se oculta en nuestros laberintos internos y que cuando menos lo esperamos nos golpea o nos encuentra a la vuelta de una esquina. Es algo irónico y no es juego de palabras pero siento a veces mucho miedo al miedo.

Una propuesta de escritura.

Muchas grandes palabras y preguntas se han transformado en poesía, canciones, historias y relatos a lo largo de la historia. Palabras gigantes como el amor y el desamor o pequeñas como una lágrima o una sonrisa. La palabra miedo siempre me ha parecido enorme y me hace sentir muy pequeña cuando pienso en ella.

He estado haciendo varios cursos online y entre ellos el que dicta la Poetógrafa Colombiana Lina Botero. Su taller Diario de Poesía Visual me ha hecho pensar, sentir para luego darle un significado y un propósito a esas emociones. Como resultado a este proceso de autoconocimiento, el cual recomiendo ampliamente, he escrito y armado este relato.

Relato que está acompañado además, de fotografías que fui tomando en el patio de casa. Se fue construyendo así esta serie de modestos fotopoemas que les comparto aquí también. De puño y letra y moviendo mis manos es un bello acto creativo donde, como dice la misma Lina en su curso, el día no ha muerto en vano.

Nada ha sido mas revelador que indagar y caminar dentro mio y hacer arte en este caso con mis propios miedos. Mis palabras de agradecimiento a su generosa manera de enseñar y abrirme camino en este mundo donde he sido mas vulnerable y auténtica. Mi poesía ha encontrado sus propias imágenes y todo se ha vuelto pleno de significado.

Vulnerable y auténtica.

Cuando elegí la palabra miedo le hice muchas preguntas a esta emoción. ¿Cómo se ven mis miedos? ¿Cómo se sienten? ¿A qué se le parecen? ¿Qué veo cuando siento o pienso en esa emoción? ¿Qué elementos lo rodean? Mientras respondía a estos cuestionamientos en mi cuaderno se fue construyendo un relato que empezó a tener vida propia a medida que yo solo escribía y escribía.

Es un gran ejercicio para poner poner en marcha. En este relato el hilo conductor fue EL MIEDO y después no pude deternerme y he recorrido otros laberintos con otras palabras que pronto serán también fotopoemas.

Indagar en las profundidades del alma debería ser siempre un acto honesto y genuino. Porque sino podemos ser honestos con nosotros mismos ¿cuándo lo seremos?. Cuando se escribe hay que escribirlo todo, sólo para poder regresar a ello cuando anhelemos una y otra vez eso que fuimos y sentimos.

Abajo en las profundidades de mi corazón y en la sangre que corre por mis venas tengo un mundo de miedos. Imagino que todos lo tenemos y estas son las palabras que he escrito viéndome y siendo temerosa. Los convoco a sumergirse conmigo y ojalá este recorrido sirva de inspiración para resonar en sus propias emociones y palabras.

El miedo a no ser suficiente.

A mi miedo tan oscurecido 
tan arrinconado
lo rodean otras palabras.
Lo vacío. Lo abismal.
La quietud. Lo inseguro.
El pánico.
Lo estancado. Lo exigente.
Lo incapaz. Lo fraudulento.
Lo gris, lo azul y lo negro.
El frío.
La caverna. Lo rígido. La derrota.
El fracaso.
El abandono.
Lo encadenado. Lo escaso. Lo interno y lo externo.
Lo sofocante. Lo estrangulado.
Lo inalcanzable.
Lo húmedo.
Lo incomprendido.
Lo maternal y lo paternal.
Las voces.
Lo ruidoso.
La locura y el espanto.

A mi miedo lo siento tan diferente a mí. No hay un sólo reflejo de mi misma en su espejo. El tan poderoso. Yo tan frágil. Montañas de papeles que me cubren como los diarios tapan a un muerto tirado en la calle. Levanto la mirada, veo una cueva a la que me da miedo entrar y de la que me da miedo salir. Me siento paralizada. No soy quien soy. Soy una impostora tratando de ser yo misma pero no me reconozco en nada. Me veo insistiendo incansablemente para alcanzar algo que cada vez está mas alto. Mi esfuerzo nunca no es suficiente. Siento la oscuridad. Veo las telarañas. Veo unas estatuas inmóviles de mármol. Sin vida. Sin alma. Me veo pequeña y en un rincón. Inadecuada. Poca cosa. Me veo en el umbral de una puerta entreabierta que jamás cruzaré.

Este miedo es como un plato de sopa fría servida en pleno invierno. Un cardo en medio de un rosedal. Un insecto atrapado en una pequeña telaraña. Una oruga muerta que jamás será mariposa. Un cachorro hambriento de la calle. Un abismo. Estoy Aterrada. Enterrada. Perdida. Oculta. Sin rostro. Sin pies. No es como la muerte.

No es esa clase de miedo. Este es un bucle constante de un día que se repite sin parar. No estoy perdida en un laberinto. He caído en un pozo de barro que ha devorado mis pies y me ha dejado ciega al salpicar mi mirada.

Ya he estado aquí ayer. Estaré aquí mañana. Rodeada de oscuridad. De murmullos ruidosos que ya he oído antes. Frío intenso que ya he sentido. No hay a dónde ir. Tampoco habrá dónde ir mañana. Cada día que despierto sigo aquí. Fracasada. No son suficientes días. No hay suficiente aire. He muerto hoy. Aquí moriré mañana. Agonizo frente a este espejo manchado con mi propio aliento.

Laberinto de barro.

Sin pies. 
Sin raíces. 
Sin rostro. 
No sé quién soy. 
No sé cuál soy. 
Cuál seré mañana.
Si seré una niña abrumada por la realidad. 
Improvisaré un mundo nuevo 
y lo llamé felicidad. 
Seré la de diecisiete. 
Seré un blanco bombón. 
Seré pura por adentro 
y algo suave en mi exterior. 
Con relleno. 
Con chispitas. 
Así creo que era yo. 
Seré la arquitecta. 
Milimétrica  y con diseño de interior. 
Una fachada que me cubre. 
Tendré altos muros. 
No habrá escaleras ni ascensor. 
Seré la madre de mis hijos. 
A quien amo en profundidad. 
Tan distintos. Tan únicos. 
Seré una mamá. 
Seré quien escribo. 
Seré quien dibuja. 
Seré papel y Seré color. 
Sin los pies. Sin las raíces. 
Sin mi rostro. 
No sé cuál seré. 
No sé quién soy.
 

I. Mañana quedaré ciega.

"Mañana
Mañana quedaré ciega. 
Me despertaré sucia e insignificante. 
Estaré oculta y no tendré rostro. 
Le temeré a la libertad. 
A mi cuerpo y a mi vulnerabilidad. 
Me quedaré muda e inalcanzable. 
No es que estaré perdida. 
Estaré atrapada. 
Así será cada mañana. 
Entrando en el laberinto del miedo. 
Como un bucle sin fin que no conduce a nada. 
He fracaso ayer y lo haré de nuevo mañana.

II. Mañana tendré miedo.

"Mañana
Mañana tendré miedo. 
De mi espejo que está roto.
De mi espejo que está manchado.
No podré ver ni me hallaré.
No estaré del otro lado.
Nunca seré suficiente.
Estoy aquí y tengo miedo.
No hay suficiente aire.
Ni cuerpo. Ni alma.
Así es cómo agonizo.
Agonizo cada mañana.
Me busco frente al espejo.
Cada vez está más gastado.
Es la humedad de mis lágrimas.

III. Mañana estaré enterrada.

Mañana estaré enterrada. 
Sentiré frío y tendré mis piernas encalladas.
Atrapada en este barro.
Por el temor de irme de aquí volando.
Siento de mi misma. No veo.
No siento nada.
No escucho ni mis propias palabras.
No sé quién soy.
Cuál seré mañana.
Ni quién podría ser a la luz del alba.

IV. Yo conozco este lugar. Ya he vivido este mañana.

Yo conozco este lugar. 
Ya he vivido este mañana.
Mi mayor temor es hoy.
Porque ayer será igual a mañana.
No le temo a mi muerte.
Le temo a la luz de mi alma.
Le temo al resplandor que encenderé aquí.
Cuando esté llena de vida.
Cuando abra mis propias alas.

V. Pierde el miedo y fracasa.

Pierde el miedo y fracasa. 
Estará oscuro y frío.
Pero eso ya lo habías sentido.
No habrá estrellas ni norte.
Será un viaje extenso a lo profundo del alma.
En el fondo habrá más barro.
Estará por todos lados.
Pierde el miedo y fracasa.
No le temas al dolor,
ni a perderte ni a olvidarte en el alba.
Allá abajo y en el barro está tu luz apagada.
Aquella que has guardado y excluido.
Fracasa una y otra vez y así la habrás encendido.

VI. No te mueras, siente el miedo y avanza.

No te mueras. 
No te resignes.
No dejes de intentar.
No estás enterrada.
Sólo hay algo más.
Sólo es un caparazón.
No te protege de nada.
Sólo es un caparazón que evita
que sientas tu alma.
Pierde el miedo.
Fracasa.
Siente el miedo.
Avanza.
Allá abajo y en el barro
está tu luz apagada.
Aquella que has guardado
y excluido.
Fracasa una y otra vez
Así la habrás encendido.

Reflexión sin miedo

A mi clan. Mi linaje. 
Mujeres de fuego que hemos aprendido a bucear por las profundidades heredadas.
Transformando nuestra llama en la luz que nos guía hacia la superficie.
Madres. Abuelas. Tías. Ancestras.
Gracias por sostenerme.
Gracias por atravesar plenamente el dolor, el amor,
la felicidad, la desdicha,
la soledad, la tristeza y el miedo.
Gracias por el legado que han dejado
escondido en mi alma
por el desafío
el propósito de crear con mi vida
mi propia obra de arte.

Gracias nuevamente Lina Botero

Nos abrazo y los abrazo

Carla

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