Nos queman la Patagonia

Rodeados de fuego. Estamos en llamas. Nos queman la Patagonia. Nos están prendiendo fuego.

El verano solía ser la estación más esperada. Las vacaciones, los días son largos, y el sol en el cielo brillando para todos. Calorcito y algo de vitamina D para acumular en la piel para el resto del año.

Sin embargo, desde hace algunas años – más de los que quisiera – vivir en la Patagonia ha transformado el verano en la peor del estación del año. Solíamos decir por aquí que hay que pasar el invierno. Quizás tengamos que cambiar de refrán. Desde hace algunos veranos, cuando llega noviembre y en el súper están armando las góndolas con las cosas de navidad en el inconsciente colectivo – o en mi inconsciente personal – sabemos que se aproxima el verano y me he encontrado pensando que por favor este año no se nos queme nada.

Evidentemente no lo estamos logrando.

Con lágrimas de humo en los ojos y con el fuego en las montañas, rezamos, pedimos lluvia, hacemos colectas, nos unimos. Somos muchos y deberíamos poder ser suficientes, pero parece que no.

Mientras la Patagonia se quema ¡nos la queman! a nosotros y a vos, siento que nada de lo que hacemos parece alcanzar ¡Qué frustrante! El dolor, la tristeza, la preocupación, la comunidad, las luchas, la unión, eran cosas que alcanzaban en otros tiempos, eran el motor de casi todo y las batallas se ganaban así, o por lo menos así pensaba yo que se ganaban las luchas.

El amor de la gente patagónica es inmenso. Lo sé, está en el aire, ahora junto al humo y al fuego, el odio y la tristeza parecen estar también. Se filtran sin que nos demos cuenta, quizás así también se filtran los hdp que nos prenden fuego. No lo sé. Pero mientras, se nos llenan los pulmones de cenizas y de desolación en cada respiro.

Que llueva!!
Qué llueva pronto!

No se cómo dejar el odio afuera, la ira me ahoga, me sofoca. Al rato está el amor de mi vecina preparando viandas. ¡Qué oxímoron! Realmente me duele tanto esto que nos pasa que no puedo pensar en otra cosa. La desolación del bosque hecho polvo, la muerte y el triste retorno a un mundo que arrebatado por las llamas. Animales, casas, plantas, ancianos, familias. Nuestra propia humanidad está en jaque rodeada de fuego.

El humo se nos mete en el alma y deja cicatrices que jamás se irán. Hay una mezcla de solidaridad e impotencia que no sé a dónde nos llevará.

Somos un pueblo hermoso de gente con el corazón enorme, de montañas fértiles, de bosques abundantes, de lagos y ríos caudalosos. Somos la Patagonia y somos riqueza pura de vida y creadores de belleza.

Hay que registrarlo todo no para alimentar un dolor inconsciente, sino para regresar en los veranos, caer en el abrazo y caminar por la orilla del río de la mano de los fantasmas que nos habitan y que necesitan sanar para hacerle frente al odio de aquellos que encienden nuestro bosque y nuestras vidas.

Resistencia es la palabra que puedo escribir hoy. Estamos resistiendo, pero no sé si alcance con eso. Quedan los espacios vacíos en el corazón, no hay reconstrucción que nos devuelva la foto de la abuela o el primer dibujo de un hijo. Mover nuestras manos para reconstruir es un acto de resistencia de supervivencia, de descarga ¿Con qué fuerza? No lo sé.

Estar en manos de otros me da miedo. Las manos ajenas no sabemos cómo aprietan, como acarician. No sabemos cómo sujetan y mucho menos cómo sueltan. Mover nuestras manos es un acto de resistencia. Hacer a pesar del miedo, la incertidumbre. A pesar del próximo verano o de este otoño sin árboles para reparar la lluvia, un invierno sin techo o la próxima primavera sin flores. Hacer para salir adelante, para sobrevivir. Con los brazos en alto y la motobomba en funcionamiento.

El verano solía ser la estación más esperada del año. Par acampar, para conectar con la naturaleza, para disfrutar de la belleza de todo lo que nos rodea, meterse al agua y relajar. Evidentemente tenemos que tomar consciencia para que acampar no sea sinónimo de fogón, conectar con la naturaleza no sea dejar latas tiradas a la orilla del río y meterse en el agua no sea para huir de un incendio forestal. Aunque todos sabemos que con eso no alcanza.

Todo incendio es político lo que no entiendo es por qué esto si nos alcanza.

Patagonia en llamas. Nos queman la Patagonia. Incendios forestales intencionales.
Renaceremos como el Fénix. Lo haremos!

Gracias a todos los que ponen el cuerpo para hacerle frente al fuego y a los que se quedan para hacerle frente al miedo y a la tristeza después que el fuego se va. Nos abrazo!!

Carla

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